martes, 24 de agosto de 2010

14/08/2010 – Nagoya

Se supone que el día de hoy irá un tanto a la carrera. Al menos entre tren y tren. Pero doy gracias de que he dormido a pierna suelta. No es que anoche no durmiese bien con el resto de compinches de habitación (hasta las tantas contando chistes y animando el albergue), sino que en mi habitación individual del Toyoko (la misma cadena de hoteles del año pasado) por un día nadie me ha despertado con mensajes o llamadas. Quizás ha sido más la confianza que le tengo a que no habrá bichos y que la habitación estará como espero, sin sorpresas.

Al tema. Por la mañana se impone una visita al castillo de la ciudad. Como Himeji está en obras (el castillo que realmente nos gusta a todos), pues hemos decidido cambiar la foto con andamios por este otro. En teoría el segundo más grande de Japón, pero como nunca he estado en él, pues la sorpresa es mayúscula. Realmente no es ni la mitad de grande que el otro. Además el palacio que convive con él también está en obras, el jardín no tiene color con el que flanquea Himeji, y para colmo está “acondicionado” (algo que si sabía, pero no creí que llegase a estos estremos). Se supone que algo así le harán al otro cuando terminen los arreglos que le están haciendo. Miedo me da.

Este castillo, mantiene parte de la fachada intacta. Y digo parte, porque le han añadido un colgajo donde han empotrado un ascensor hasta el piso principal (luego sigue por dentro). Pero no se han dignado a maquillarlo ni tan sólo un poquito, así que según el ángulo de la foto… plof.

En cuanto al interior, más parece un museo que un castillo medieval. Además de los dos ascensores, dispone de aire acondicionado, no se puede otear por las ventanas ya que están tapiadas, y todo son expositores. En fin, que no es lo que sinceramente esperaba que fuese.

De vuelta en la estación principal el minigrupo que somos, vamos a comer algo antes de recoger las mochilas en el hotel (allí las hemos dejado por la mañana) y volvernos a Tokio. Posicionados cuales “camperos” en algún videojuego bélico, cada cual tiene un billete diferente para el viaje y casi todos han decidido meterse en los vagones de “sin reserva” para coincidir y hacer piña de camino al Edoya, donde pasaremos las últimas noches. Mientras la fortuna sonríe a los valientes, yo contacto con Akira, que me recuerda mi cita con el grupo de Kenpo Kai y los fuegos artificiales de la bahía por donde habremos de pasar camino del aeropuerto. Este último detalle se me había escapado. Cambio mi plan de acompañar al grupo hasta el hotel, por el de orientarles al salir del Shinkansen para que no se pierdan. Estoy seguro que una vez en su estación sabrán desenvolverse, pero este cambio de andenes tiene miga para un novato.

En el mismo anden, pero en sentido contrario, yo me despido para atajar y reunirme con el nervioso Akira lo antes posible. Realmente no era necesario todo esto, es un acelerado y temeroso de las cosas, lo cual se demuestra cuando el autobús llega al aeropuerto más de tres horas antes del vuelo… En fin, tiempo de sobra para hablar un poco con el grupo, ver que tal les ha ido, y tantear a Juan Mari. De verdad que me cae muy bien este tío. En resumen, están contentos con todo, parece que han tenido más suerte pese a todo que el chibitour. Menuda historia la de esta gente. Más de 80 personas contrataron el viaje con Marsans, y cuando cerró se quedaron sólo con el vuelo. Menuda liada. Así que el resto del tour, hoteles, y demás lo han hecho a través de Alessandra y Akira. A mí me ha tocado hacer de embajador, porque con el otro grupo era imposible hacer más. Lo han organizado todo en Oiartzun, a donde les fue a ver, pero luego nos hemos cruzado así que hemos estado siempre en diferentes sitios de Japón. Una pena, fijo que lo hubiera pasado bien también.

La anécdota la pone uno de ellos, a quien acompaño a las duchas del aeropuerto. Si, Narita tiene duchas de uso público. Y como han estado toda la mañana por ahí, quiere darse una ducha antes de meterse la paliza del avión (muy comprensible). Saludos y la promesa de visitares cuando vuelva a casa. Tendré que pasarme, el último día me invitaron a cenar un txuletón… se me hace la boca agua sólo de pensarlo. Hay que importar esa idea a Japón.

Hablando de cenas, aunque tengo el JRPass activo, vuelvo en la línea Keisei con Akira, y él invita a la cena. Eso sí, el sitio lo decido yo, y por supuesto que le llevo al Standing Sushi de Ueno. Él conocía otro sitio de Sushi, pero acepta probar este. Hay que decir que nuestros gustos son muy distintos en esto. Está claro que él es japonés y yo no… Pero si bien mi paladar no es tan refinado, mi estomago es más grande y pese a todo él gasta más dinero en su parte. Mejor hacerle un traje a este también.

Antes de irnos aparecen Yolanda y Xabi, con el hermano de este y su pareja. Hay que ver como son las cosas. Un hermano con el tour, y el otro por libre, coincidiendo en Tokio…

2 comentarios:

jabitxu dijo...

Kepa tienes un magnifico Blog, nos ayuda mucho para conocer Japón por medio de tus experiencias.
Soy practicante de Kenpo-Kai y como bien dices Juan Marí es una buena persona y yo le añadiría y un Magnifico profesor, que a pesar de ser considerado como uno de los grandes del Kenpo-Kai a nivel mundial, es muy cercano con sus alumnos.

Afaldar dijo...

Juan Marí es la ostia, pena me da de conocerlo tan poco. Tendré que llamarlo un día de estos, para ver si organizamos una cena o algo. Nos quedó la invitación pendiente tras este viaje. xD

Gracias por el comentario @jabitxu