sábado, 7 de agosto de 2010

31/07/2010 – Japan Rail Pass

Fresco como una lechuga, salgo del hotel que me ha dado cobijo estas dos primeras noches. El hotel Okachimachi es perfecto en mi opinión para quienes viajen solos, o en grupitos individuales. El personal procura hablar ingles, las habitaciones tienen WiFi y cable de red, baño, tele… vamos lo normal. Si bien el aseo es “compacto” y no tiene nevera (algo que puede llegar a ser muy importante en esta época del año). En fin, que con energías renovadas me enfrento a la mortal cuesta del Edoya cargando mis maletas.

En realidad ya les había advertido anoche de mi llegada, así que saludo, hago el check-in (habitación 507), dejo los bultos en la sala cerrada que tienen detrás y sudando como si hubiese estado en galeras vuelvo a ponerme en marcha para ir de nuevo al aeropuerto… Y aún no son las 6:30 de la mañana. Si ya digo yo que los horarios de aquí no son normales. Incluso Akira me ha llamado ya hace un rato.

Tras desayunar algo en la estación del Keisei (no quedaban billetes para el tren que yo pretendía coger), llego al aeropuerto donde la espera es eterna… Salir sale mucha gente, porque han llegado tres vuelos a la vez y claro, gente hay para salir, pero justo los seis que yo espero son los últimos de todos. Akira me llama preocupado porque el taxista se está molestando de esperar, y me toca replicarle que “no han salido aún”. Poco más puedo hacer que esperar, y el taxista también, por la cuenta que le trae.

Al parecer, además de estar en la cola del Airbus que les ha traído, los japoneses no habían previsto suficientemente la llegada de tanta gente al unisono, y en inmigración estuvieron atascados un rato muy largo.

Por fin en el hotel, habiéndonos comido el margen de tiempo que me había dejado “por si acaso” (menos mal), reúno al grupo para ir a cambiar los pases de turista de JR que tenemos. Además queremos aprovechar a sacar los billetes, ya que siendo fiestas estará todo a tope y cuanto antes mejor. En el hotel me avisan de que el aire acondicionado de mi habitación no funciona, pero que lo arreglarán a lo largo del día… que no me preocupe (entonces, ¿para que me lo dicen?).

Aunque no venga en los papeles, el cambio puede hacer sin problemas en la estación de Ueno. Como somos 15, nos toman todos los datos, y comprueban que somos nosotros (contrastando los pasaportes), para finalmente tomar mi número de móvil y decirnos que “nos demos un paseo” mientras los hacen. Menos mal que tengo el teléfono japonés, pero estoy asustando porque tendré que mantener alguna conversación sin preparar con él. Bufff.

De japon2010

Como estamos en Ueno, invito al grupo a dar un paseo por el parque de Ueno, adelantando el plan que vendría después. Total, lo mismo da que da lo mismo. Un paseo por el lago, algunas indicaciones, muchas fotos, y llega al momento… suena el móvil.

Debo admitir que no entendí todo lo que me contaban, pero no me quedó ninguna duda de que había algún problema con las fechas de una pareja, y que ya tenían el resto, así que convine que en iríamos para allá, lo cual resulta siempre mucho más fácil, porque ellos son varios, nosotros también, y siempre podemos agregar la mímica al asunto.

En fin, que sólo querían asegurarse de que las fechas de inicio estuvieran correctas, así que nos hacen el papeleo y se ofrecen a sacarnos los billetes… craso error… Saco mi lista de horarios y códigos de tren, para sorpresa de la muchacha que nos atendía y empieza el festival: de Tokio a Kyoto, de Kyoto a Osaka, de Osaka a Kyoto, de Kyoto a Hiroshima, de Hiroshima a Kyoto, de Kyoto a Takayama pasando por Nagoya… Al final, la muchacha admite su derrota y nos pide que pasemos a las ventanillas de las reservas normales, pero decidimos irnos a comer antes, tras asegurarnos del horario de cierre de esa taquilla. Hemos vencido a la maquinaria y eficiencia japonesas sacando billetes de 13 en 13.

Para comer, pasamos a la zona conocida como Ameyoko, y nos metemos en el primer garito que encontramos, que para eso estamos en Japón. Palabra clave del día… biiru, o sea, cerveza.

La tarde se reparte a partes iguales entre sacar el resto de los billetes de tren, con una muy divertida azafata que juega con sus dedos en la pantalla táctil mientras marca lo que la pedimos, y visitar el Yamashinoya, una juguetería de la que siempre sale todo el mundo habiendo comprado algo. Por primera vez en mis cinco visitas a Japón, he conseguido ¡NO COMPRAR NADA!

Antes de cenar, damos otro paseo por el Ameyoko, recorriendo las tiendas. Visitamos una droguería-farmacia, y cenamos con Dani, uno de los chicos que vino conmigo en 2008, con el que coincidí haciendo el Noken en Barcelona este año, y que estará estudiando japonés en Tokio por un año. Pero el remate lo ponen los 90 minutos de karaoke en el que terminamos. Definitivamente esto es muy duro… jajajajaja

De japon2010

De vuelta en el hotel, no han conseguido arreglar el problema de la 507 y me trasladan a la 501… tengo un mal palpito con todo esto. El hotel suele estar lleno en estas fechas y que me cambien no es bueno. Ahora estaré en la 501, aunque nadie podrá encontrarme, puesto que llamarán a la 507, así que espero dormir sin interrupciones.

No hay comentarios: