jueves, 25 de marzo de 2010

01/04/2007 – Día de mujeres…

Supongo que era algo que se veía venir. Estoy en Japón con Jasone, Yuka, y Tomoko (la amiga), así que mi inferioridad numérica, acompañada de que las tiendas de aquí no son "iguales", me lleva al siguiente día…

Primero de todo, nuevamente en el tren, empezamos visitando Tenshi No Sato, vamos a la sede central de una empresa centrada única y exclusivamente en hacer muñecas de alto nivel. Y no sólo a hacerlas, sino que permiten que diseñes tu mismo tus composiciones, además de organizar eventos con ellas, tener un jardín para que te saques fotos, y lógicamente, venderte todo tipo de complementos para montarte tu propia casa de muñecas. Y no hablo de muñequitas, sino de piezas de cierto tamaño y peso, perfectamente articuladas a semejanza de los humanos… las SuperDolphies. Ahora, Jasone no me necesita para hacerla el recado como me tocó en 2006, sino que puede hacerlo ella misma, y a arrastrado a Yuka para hacer ¡¡un pedido personalizado!!

Superado lo puntilloso del pedido (vamos, les faltó diseñar las huellas digitales que tendrán las muñecas), y visitadas las instalaciones (incluida una foto furtiva a la intercepta en pleno apogeo, y en contra de las normas del lugar), nos volvemos a Kyoto, donde hemos quedado con Tomoko para comer.

El plan de la tarde también es "pintoresco", pues hemos previsto visitar una tienda tradicional de Kimonos, en la idea (que de un golpe en forma de presupuesto se le quitará de la cabeza) de que Jasone se quiere comprar uno. Hay que ver la mañana que tiene esta gente para recomendar telas, o construir un boceto con cuatro alfileres de cómo quedaría el traje final. En esto Tomoko es la experta, nativa del lugar, y yo sólo observo divertido como todas están ajetreadas buscando imposibles.

Comprarse un Kimono es una cosa muy seria. Es verdad que hay otras prendas más casuales y de precios más al alcance de cualquiera, pero este no es el caso. La costumbre es regalarlo al cumplir la mayoría de edad, con la aportación de parte de la familia (abuelos, tías, etc). Y guardarlo para siempre, en recuerdo de esa juventud. Hay demanda en el mercado de segunda mano, pero el género es escaso. Incluso existe un código en lo relativo a colores, estampados y demás, por el que se puede llegar a saber, si la chica que lo lleva busca o tiene novio… En el caso de los hombres, ni se gastan tanta pasta (entre dos a seis mil euros los de las chicas), ni les quedan tan bien…

En fin, que tras la sesión, volvemos a ser invitados a cenar "en casa". Invitación que lógicamente no desaprovechamos, aumentando otra vez el número de mujeres a mí alrededor. Y es que resulta que el padre de Tomoko está resfriado, y por respeto a los invitados, cena a parte. Así que ya podéis imaginaros, por segunda noche, el castellano se mezcla con algo de inglés y cierto grado de japonés, en una cena deliciosa.

La noche termina de forma singular, cuando yo me vuelvo al hotel ¡¡sólo!! Yuka ha convencido a Jasone para que se quede con ellas de charla nocturna. En fin, supongo que ahora sí, los hombres somos mayoría en mi grupo…

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miércoles, 24 de marzo de 2010

31/03/2007 – Conociendo a la familia

Amanece en Kyoto y he dormido del tirón un montón de horas. Después del infierno del doble día de ayer, estoy fresco y dispuesto para lo que sea. Para empezar bien la mañana, Jasone y yo nos metemos un desayuno de campeonato (viva el buffet libre del hotel), mientras me comenta que ella ha pululado insomne por los alrededores durante la noche (pobrecilla).

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Hoy hemos quedado con Yuka en Ôtsu, una ciudad colindante por el noreste, importante en su momento, por ser el paso estratégico de un importante rio, en el camino hacia Tokio. Allí viven sus padres, y allí ha pasado la noche. Pero antes de vérnoslas con los trenes, nos damos un paseo por el templo que hay junto al hotel, y sacamos nuestras primeras fotos a los cerezos que están floreciendo. Digo yo que algún día terminaran la obra en el templo y podre ver el pabellón principal, mientras tanto, la fuente-dragon y la entrada se llevan una buena ronda de fotos.

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Tras combinar un par de trenes locales, llegamos a la estación en la que hemos quedado con Yuka y su padre, pero no hemos calculado bien el tiempo, y pese a ser trenes lentos, llegamos con bastante antelación, así que nos damos una vuelta por los alrededores. La primera impresión de esta zona, es que es un pueblito sin interés, con algunas tiendas viejas (pocas) síntoma de que la actividad principal está en Kyoto. Pero entre calles, Jasone ha descubierto un tesoro. Una tienda sacada de los 80’s con todo tipo de coleccionables de manga y anime… Tremendo. Si la abuela que regenta el local conociese ebay se forraría.

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Reunidos con Yuka y su padre, nos invitan a comer en un “bareto” de la zona. La verdad es que me recordó mucho a las tabernas de pueblo, con una barra larga a un lado, y mesas al otro. Con la diferencia de que en vez de sillas, las mesas estaban en un alto, y te nos sentamos en el falso suelo. La siguiente parada es reunirnos con la madre y el hermano. Un paseo, unas fotos, y visita al puente que simboliza esa primigenia conexión entre ambas orillas (a día de hoy, hay más puentes, y lógicamente ningún señor feudal se cobra el peaje).

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Despedidos de la familia de Yuka, nos da tiempo a visitar un par de tiendas (es el precio que me toca pagar por viajar con mujeres), y recorrer parte de la orilla del gran lago que domina la zona. Superadas las tiendas de calzado, y los ropajes para los perritos, en el lago nos encontramos con una parejita de instituto (con sus uniformes… jajaja), y un barco-casino del Mississippi…

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La tarde se va acabando, pero aún tenemos una sorpresa “a la japonesa”. Yuka se vuelve con nosotros a Kyoto, porque dormirá en casa de una amiga que además nos ha invitado a cenar a todos. Ciertamente, el día de hoy no se está pareciendo a ningún otro de 2006. Ni grandes grupos, ni visitas netamente turísticas, ni españoles por doquier, comiendo en sitios “normales” y cenando “en casa”. Ya sabía yo que iba a ser un acierto apuntarme a este viaje. Domô arigatô.

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martes, 23 de marzo de 2010

29/03/2007 – El eterno día

Apenas ha pasado medio año y ya estoy en el avión recorriendo a la inversa la ruta que me trajo de vuelta a casa. Si en mi primer viaje pasé por Madrid para reunirme con la gente, y llegamos a Japón por Narita, hoy sólo vamos tres: Yuka, Jasone y yo mismo. El viaje es más directo y corto que el primero (no ir a Madrid nos ahorra tiempo y reduce una escala), pero llegaremos a Japón a primera hora de la mañana (la vez anterior llegamos por la tarde) por lo que el día no terminará “tan rápido”. Para mí (que no duermo en el avión) el 29 se fusiona con el 30, y el resultado es desastroso. Todo el jetlag que no sufrí en 2006 me pasa factura (concentrado y aumentado) en este vuelo… Que desastre.

Pero volvamos al vuelo. Visitar Japón con un nativo suena guay, pero ir con la profesora puede producir efectos no deseados, como aprovechar las horas de viaje para seguir estudiando, o repasando, o lo que toque. Y en eso estuvimos el rato de conexión en Charles de Gaulle… Recuerdo perfectamente que nos tocó memorizar (o al menos intentarlo) la forma –TE de los verbos… Aún ando en ello tres años después…

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Lo mejor será aterrizar y “aprovechar” el día. Menudas caras en el tren que une el aeropuerto con Osaka. Estábamos cansados, pero con todo el día por delante no teníamos excusa para no intentar aprovecharlo. Habíamos previsto dormir en Kyoto, pero quisimos hacer unas compras en Osaka, aprovechando que teníamos que hacer allí el transbordo. Claro, además de ir cansados, nos movíamos con las maletas, así que la odisea se complicaba por momentos, al no encontrar taquillas suficientemente grandes… Tengo que aclarar que en Japón, todas las estaciones de ciudad aprovechan sus huecos con baterías de ellas. Su uso se paga por horas, y tienen mucha demanda entre la gente que está de paso. Ahora mismo, sólo recuerdo la estación de Akamizu, de mi viaje de 2008, allá, perdida en lo profundo de Japón, que no tuviera taquillas.

Por fin, colocadas las maletas, nos damos una vuelta por el Yodobashi-Umeda, justo en frente de la estación en la que estamos. Dicen, que de toda la cadena, esté en particular es el que tiene la mayor oferta y especialización en cámaras de fotos y video. Y dio la casualidad de que al menos dos cámaras en que me fijé, luego no estaban en Akihabara… A saber, pero ahí queda. Yo por mi parte, me fijé sobre todo en los diccionarios electrónicos, mientras que Jasone si que les prestó atención a las cámaras, parecía un perro de caza, tras su réflex (que rompería un año más tarde en NY).

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Al final, el cansancio puede con los tres, y nos ponemos en marcha hacia Kyoto poco después de comer, antes de que cargar con las maletas resulte un infierno (al menos, no hacía el calor del verano). La ruta entre la estación, y el hotel parece eterna, pero hay un detalle en las farolas que nos contenta… ha empezado a florecer el Sakura, y han ido colocando ramitas en flor en ellas. La ciudad estará una semana de fiesta, ¡¡y nosotros hemos llegado a tiempo para verlo!!

martes, 16 de marzo de 2010

30/08/2006 – De vuelta (I)

Muy a mi pesar, el viaje de ensueño a Japón se termina. Hemos tenido oportunidad de ver muchas cosas, y muy diferentes entre sí. Viviendo un viaje con muchos matices y estoy muy contento por ello, pero no puedo ocultar mi pena, y mi pesar, porque no sé cuándo podré volver. Dicen que todo el mundo que viene de visita, se marcha queriendo volver… y yo he caído en ese tópico. El tiempo dirá.

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Por delante, el día más largo de mi vida. "Hoy" durará 31 horas, al recuperar 7 de diferencia horaria. Y como soy de no dormir en los aviones (ni en ningún otro transporte, que no sea el tren litera) pues ya veremos cómo llego a casa.

Nuestra primera parada, el aeropuerto internacional de Kansai, allá, a tomar por saco, en una isla artificial que le han ganado a la bahía en la que se ubica Osaka. Un aeropuerto moderno, sin problemas de ruidos con sus vecinos, y diseñado exclusivamente como punto de tránsito.

Así pues, nos dirigimos al mostrador de facturación con cierto recelo. Hemos oído tantas cosas a raíz de los frustrados atentados aéreos en Londres, que no sabemos con qué nos encontraremos. Para nosotros, tras el día 10 en que llegasen incluso a cerrar Heathrow, las noticias han sido limitadas. La información que proporcionan las compañías aéreas ha sido errática, y cada país ha reaccionado de forma diferente a esta crisis. Han llegado a decir que ¡no se puede llevar equipaje de mano! Lo único que realmente sabemos es que quienes volvieron antes que nosotros, han tenido retrasos y cacheos extraordinarios, pero que finalmente han podido llegar a casa sin más que unas anécdotas para contar (algunos más que otros, quizás eso es lo que nos preocupa ahora). Hasta ahora habíamos mantenido la calma, sabedores de que cuantos más días pasasen, más se tranquilizaría todo y mayor sería la rutina para los diferentes aeródromos.

Primera prueba del día, ¡un escáner a la maleta! Aún ni he llegado a la cola del mostrador, y ya me quieren ver los calzoncillos sucios. Esta gente es la monda. Sea, que remedio queda, un rato de radiación para la maleta y una "pegatina de seguridad” para el cierre… pues vale.

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Segunda fase, tras la cola de facturación, el mostrador. Aquí, en nombre de Air France (la compañía que más me está gustando) unas azafatas de JAL tiran de su capacidad para los idiomas para lidiar conmigo. Menudo tinglao nos hemos montado, entre mi inglés de Toledo, y ella intentando prácticas ¡castellano! terminamos a risas. Porque el japonés mejor lo dejamos para otra ocasión (aunque algo también lo usé). En fin, que de paso bien y mi maleta desaparece en la cinta transportadora (a rezar para ver cómo llega). En referencia al punto anterior, aunque no fue nuestro caso, diré que hubo gente que al pasarse de peso, tuvo que sacar cosas de la maleta (lógicamente rompiendo el precinto de "seguridad"); y ya al respecto de este punto, decir que al personal de tierra, le da igual que tengas que llevar el "exceso en 50 bolsas de mano", todo para que la maleta no se pase. Otra cosa es que opine el personal de cabina, pero eso claro, ya no será problema de esta gente. Así que ojito con pesar la maleta antes de llegar a este punto.

Tercera prueba de obstáculos, el arco de seguridad… Yo nunca he entendido estos cacharros. En según qué aeropuertos, pitan por nada, o no pitan ni de casualidad. En fin, que nos observan impacientes, por si hiciésemos sonar las alarmas, pero pasado el arco, pasan su emoción en el siguiente sujeto… Sin novedad. Ya la armé al venir, con mi hebilla de metal, y hoy he tomado todas las precauciones para que no pueda ni toser la cosa esta.

Cuarta fase, el desayuno. A ver si os creéis, que hemos madrugado algo más para desayunar en "nuestro barrio", después de cómo lo puse ayer. Sobre todo, a sabiendas de que tendríamos tiempo de sobra hasta el embarque. Pues eso, a gastar el resto de yenes en un vaso de leche "fresca del día" (en este país no conocen la uperisación).

Y por fin, el embarque. Un tranquilo y atareado vuelo gracias a mi segunda batería para el portátil, preparando entradas para este blog, viendo alguna peliculota, comiendo y paseando. La siguiente parada es Paris, bueno, uno de sus aeropuertos, donde me despediré definitivamente de Antonio que tiene otra escala en Madrid antes de llegar a su casa, mientras yo tengo la suerte de cenar ¡tortilla de patata!, porque tampoco en Charles de Gaulle tuvimos ningún problema.

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lunes, 15 de marzo de 2010

29/08/2006 - Último día en Japón

Abandonamos Miyajima, dejando tras nosotros una isla, en la que sin duda es la preparación de dejar otra isla mayor, y es que apenas nos queda un día en Japón. Antonio y yo, nos quedamos en Osaka, desde donde volveremos mañana, así que nos despedimos de Dani, Aless y Duna, que aún se quedarán unos días más…

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Es la tercera vez que vamos a Osaka, primero de compras frikis, dos días después de ruta turística, y ahora hemos decidido aprovechar nuestra estancia para ver el global, ver la ciudad "desde arriba", subiendo al observatorio del "Umeda Sky Building". La nota curiosa, es que lo han llamado "The Floating Garden Observatory", y que sin embargo, frente a lo que cabría esperar, no hay ni una flor en él… Aún así, merece la pena subir para ver Osaka desde su punto más alto. Así podremos ver cómo han vencido al rio gracias a toda una batería de puentes, o lo importante que es el ferrocarril en Japón, e incluso como los edificios y las carreteras pueden convivir en el mismo espacio.

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Con el viaje de la mañana, encontrar nuestro cutre-hotel (suficiente para pasar una noche), el paseo para ver un poco más Osaka, y organizar el peso de la maleta. El día llega a su fin casi sin enterarnos. Yo opto por acostarme pronto, dejando que por un rato, la televisión local me despiste; mientras que Antonio apura por los alrededores sus últimos minutos.

La verdad es que no tengo fotos de los alrededores, pero siendo Japón un país tan pulcro en todos sus sentidos, el barrio en el que está el hotel es de lo más guarro. Está claro, que hemos ajustado tanto nuestra inversión que hemos terminado por la zona “chunga” (como lo ven los japoneses) de Osaka, básicamente, es la zona donde se concentran más inmigrantes y se puede apreciar tanto en las costumbres (diferentes a las vistas en el resto del viaje), como en los pocos negocios que hay abiertos por la zona. En fin, que así vemos un poco de todo, y desde luego no tenemos la misma sensación de inseguridad como podríamos tener en una noche desierta, en algún callejón mal iluminado de Madrid.

viernes, 12 de marzo de 2010

28/08/2006 – Hiroshima

Ojala se pudiese desinventar la guerra...

Antes......despuésUn par de semanasRestos
El recuerdoMuseo de la PazDesde el museoDe japon2006
*- La exposición es más dura, pero peor fue lo que pasó.

日本語能力試験の4級を受かりました

月曜日に着きました: 254/400 = 6.35 !!!!!

jueves, 11 de marzo de 2010

Hablando de la ruta de 2010

Por fin parece que se va aclarando la niebla, y se empieza a vislumbrar mi próximo viaje a Japón (que podría no ser el único del año, pero ya os contaré esa parte en otro momento). Objetivo, un poco más de medio mes con el chibitour y el resto de días, con algún que otro veterano, recorriendo el norte del país, como ya había mencionado anteriormente.

Algunos sitios para ver: el parque nacional Daisetsuzan en el centro de Hokkaido, con su volcán, su balneario en el hotel, y sitio para andar lo que queramos; la península de Hakodate en el extremo sur-este, ciudad de paso entre Honshu y Hokkaido; el casi parque nacional Onuma, donde aprovecharemos a alquilar unas bicis; luego, un poco de espíritu guerrero en Hirosaki, donde aún se conserva un castillito muy cuco, y algún museo de shamurais, etc; desde ahí, excursión a Osorezan, un templo con lagos, riachuelos y flora, “sulfurosa” en el extremo norte de Honshu; y ya bajando, pasaríamos por Matsishima, una ciudad plagada de islotes, antes de volver a Tokio.

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Pero por ahora, todo esto no es más que un "primer plan". Hay posibilidades de llegar al extremo norte de Hokkaido, acampar en algún parque nacional, e incluso subir a algún volcán (y porque no, podría ser el Fuji, que aún no he llegado a la cima).