lunes, 19 de enero de 2009

10/08/06 - Amanecer

Madrugada en Japón. Después de tanto no dormir esperando a llegar, parece que el recibimiento del futon no nos ha sentado tan mal y hemos podido dormir de un tirón. Tanto es así, que Jesús, compañero de habitación, y yo, nos hemos despertado con mucha antelación victimas del “jetlack”, así que hemos dejado a Antonio durmiendo para probar el mini “onsen” de que dispone el hotel Edoya, con tres bañeras-piscinas con agua a distintas temperaturas: fría, caliente, y otra exterior más caliente aún. Incluso, en la zona para hombres, el hotel está equipado con una sauna. El japonés que ha entrado a las 6 am se ha sorprendido mucho al vernos allí, de piscinita en piscinita, pero sinceramente, es lo más divertido del “onsen”, y tampoco puedes quedarte en la misma todo el rato.

Lo siguiente es recuperar a Antonio de los brazos de Morpheo, para desayunar y prepararnos para nuestra primera excursión. Hoy nos tocará cruzar la ciudad de Tokio de este a oeste. Nos han dado unos vales para el desayuno, al parecer el restaurante que hay debajo del hotel sirve al hotel por las mañanas, mientras que por las tardes y noches funciona de forma independiente. Veremos cuando nos toque el día de la cena gratis. Mientras tanto, hoy desayunamos en él, como haremos cada día hasta irnos, y para ello ponen a nuestra disposición de varios platos para cubrir los gustos de locales y extranjeros. Hoy me decanto por los fideos, el arroz, un poco de pan, agua, leche, además de algunos añadidos para “dar sabor” (expresión muy típica de por aquí).

Ya en el autobús, comienza verdaderamente el día. La primera parada es la Torre de Tokio, con 333 metros de altura y dos observatorios a distinto nivel. Como nosotros somos más guays que el resto, subimos a arriba del todo, para tener un vistazo completo de la extensión de la ciudad, pero nadie nos había avisado de que necesitaríamos cuatro o cinco torres como esta repartidas en varios puntos para poder completar esta vista general. Definitivamente, ahora entiendo como caben 12 millones de habitantes aquí… Según vamos bajando de observatorio en observatorio, y después a los distintos pisos del edificio que se encuentra empotrado debajo de la torre, vamos teniendo nuestro primer contacto con el comercio japonés. Hacía tiempo que no disfrutaba de unas vacaciones en las que me sintiera como un turista, de puesto en puesto, donde todos quieren que llenes las maletas con lo suyo. Afortunadamente, me he controlado. Como resumen de la torre, diré que las vistas son impresionantes ya desde el primer observatorio a 150 metros, más arriba, ni se ve el final, ni muy bien los edificios colindantes. Lo mejor será subir a varios, pero no tan alto como el segundo observatorio.

La segunda parada es el parque junto al palacio imperial. La verdad es que nos gustaría a todos entrar y ver el patio-jardín interior a los muros del palacio, pero nos obligan a quedarnos a cierta distancia de la puerta principal. Sólo se puede entrar dos días al año, ambos en navidad. Por primera vez en una excursión me siento defraudado al no poder ver algo. Es como si mañana en la Alhambra sólo te dejasen verla desde el aparcamiento de los autobuses. Entiendo que el emperador vive ahí dentro, pero me esperaba que por “los jardines” se entendiese los interiores a los muros, no los de alrededor.

Seguimos la ruta hasta el templo Sensoji, convirtiéndose así en nuestro primer templo japonés de varios que tenemos programados. Para poder comer bien, todos, y juntos, la visita la hacemos en dos fases. Entramos desde una zona lateral, la guía nos explica un poco el lugar y localizamos el acceso principal flanqueado por decenas de puestitos donde seguir llenando la maleta. Con eso, nos vamos al restaurante que está a dos manzanas y después cada cual invertirá su tiempo como guste. La verdad es que un vistazo siempre hay que dar a las tiendas, pero le he dedicado más tiempo al templo, la campana, la pagoda, el sitio donde lavarse las manos, o donde purificar el alma y pedir buena fortuna… vamos, que si funcionase todo esto, sería un chollo de sitio.

De vuelta en el hotel, como es pronto, y después del descanso de anoche aún nos sentimos en plena forma, nos metemos de lleno en Akihabara, el barrio electrónico de Tokio, que con buena vista está a escasas 3 manzanas de donde nos alojamos. Será sin duda para mucha gente del grupo un sitio de escapada diaria, de hecho, hay varios que ayer tarde ya no pudieron evitar acercarse. Akihabara es sin duda uno de los centros de atención más importantes de Tokio para el viajero. Yo por mi parte, no tengo intención de comprar nada y para ayudar a esta idea lo veré poco, pero reconozco que la oferta es indescriptible. Luces de tiendas por todas partes, varios pisos, incluso sótanos, gente gritando para animarte a entrar en su local, ordenadores, consolas, juegos, cachivaches, cámaras… todo esparcido en tiendas particulares, cadenas de negocio, centros comerciales… Aprovecho para “retar” a este monstruo para conseguir la única cosa que de haber me compraría, una batería adicional para mi portátil. En el tiempo que tengo, tras varias consultas (entre tienda rastreada y rastreada), he acertado a encontrar otras de otros modelos de Vaio, pero no del mío, y los japoneses que me han atendido parece que sólo quieren vender lo que está en las vitrinas. En fin, he decidido dejar los juegos hentai en sus estantes por el momento, pero he visto algunos títulos no tan nuevos que no tengo a buen precio (1.500 – 2.500 yenes) y otros nuevos asequibles (5.500 – 6.500 yenes), pero ya digo que me he controlado. Veremos que pasa en Osaka, o Kyoto, donde también hay barrios así (aunque menos conocidos por los extranjeros). Dicen que Osaka es incluso más importante en estos temas, aunque puede que me salga mal y no pille nada por esperar tanto. Lo veremos.

Para mi el día termina en el restaurante del hotel, esta noche nos ha tocado cenar gratis, puesto que al ser tantos en el viaje, no podemos ir cuando queramos, y dado que no volveremos a Tokio después de ver Kyoto, somos los primeros que deben aprovechar esta invitación. Visto el sitio por las mañanas, lo primero que cambia para nosotros es quien nos recibe, que no es el mismo encargado, sino otro mucho más “vestido” para atendernos. Por un momento, el restaurante parece ser otro sitio, un sitio caro debo añadir. Nos corresponden dos platos del menú a elegir. Es la primera vez que estoy en un japonés, y la primera también que me enfrento a la difícil tarea de decidir que comer sólo viendo su nombre, y no una imagen. No voy a poner aquí los nombres de los platos, por que sinceramente, ni los estoy apuntando, directamente empiezo a discriminar mis gustos en función del plato una vez visto. Para la ocasión he topado con unas “croquetas” y una sopa con lomos de ¿sardina? Quizás esto último es lo que más fuerte me ha resultado en mis primeros días de contacto con la cocina nipona, pero en general estoy teniendo suerte, y me va gustando todo.

 AIUEO
Gが (ga)ぎ (gi)ぐ (gu)げ (ge)ご (go)
Zざ (za)じ (ji)ず (zu)ぜ (ze)ぞ (zo)
Dだ (da)ぢ (ji)づ (zu)で (de)ど (do)
Bば (ba)び (bi)ぶ (bu)べ (be)ぼ (bo)
Pぱ (pa)ぴ (pi)ぷ (pu)ぺ (pe)ぽ (po)


De japon2006

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