Como decía, Japón es un archipiélago. Y en este viaje tenemos la suerte de dedicar estos últimos días a visitar más lugares que no solo el centro del país. Hoy hemos amanecido en Shikoku, una de las cuatro islas mayores, pero nuestra intención es ir a Miyajima, otra isla de menor tamaño a cierta distancia. Así que en vez de volver a Honshu para acercarnos hasta Hiroshima en tren (Miyajima está a un salto en ferry de esta conocida ciudad), decidimos ir en barco para tener una perspectiva diferente del país.
De japon2006 | De japon2006 |
La travesía del barco tiene varias paradas a lo largo de varias islas más pequeñas hasta llegar al muelle de Hiroshima (como un autobus urbano), donde hacemos transbordo a otro (el ferry más conocido se coge frente a la isla, a unos 20 kilometros, pero nosotros seguimos con nuestro espíritu marinero). Durante el recorrido total, asistimos a una reunión familiar, donde padres e hijos, junto a tíos y algún abuelete se juntan para charlar, y comer en la zona principal del barco. Todos van vestidos muy formalmente, yo creo que asistirán a algún entierro.
Por fin, en Miyajima, nuestra primera misión es encontrar la casa de huéspedes en la que nos alojaremos. Cargamos nuestras tres semanas de equipaje bajo un sol de justicia, a la vez que sorteamos a los ciervos y sus “minas” terrestres. Aviso para el viajero: hay que vigilar los papeles, porque estos simpáticos animalitos se comen hasta las etiquetas de las maletas (pasando por billetes, mapas, etc). En fin, toda una odisea entre casitas bajas, en un Japón diferente al visto en Tokio. En seguida, descubrimos que la gente de aquí está MUY acostumbrada a los turistas (de hecho, el pueblo queda “muerto” cuando están por terminar los ferrys), y nos tratan estupendamente.
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Para comer, probamos el okonomiyaki local (nada que ver con el que comimos en Kyoto). Y aprovechamos la tarde para hacer fotos alrededor del templo, donde sin duda lo que más llama la atención es el Torii “flotante”. Que no deja de ser una puerta al templo, dentro de la bahía, con la gracia de que dos veces al día, el mar cubre sus cimientos y la hace navegable (o visto desde el contrario, el mar se retira dos veces al día, y podemos pasear hasta él para tocarlo).
Tomando fotos de todo, desde todos los ángulos, nos recorremos la zona comercial, la ruta oficial (puerto-templo), y otras rutas por la colina adyacente, e incluso desde la otra punta de la bahía, menos transitadas. Aprovechamos a localizar el acuario (si, tienen acuario), y las rutas de subida al monte Misen (que tiene teleférico, pero queremos subir “al modo tradicional”). Con toda esta información, volvemos por fin a descansar a la casa de huéspedes, donde tenemos incluida la cena. Cena que se resuelve estupenda, por estar preparada con productos del día, al estilo casero.
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