De japon2010 |
Pese a que el chofer no ha estado nunca aquí, y que no trae GPS, tras dar unas vueltas perdidos entre las arboledas, llegamos a tiempo de ver un espectáculo para niños con unos monos amaestrados del mini-zoo que hay junto al buda. Quizás sea una chiquillada, pero al final todos nos hemos reído un rato.
Por fin dentro del buda (por decirlo de alguna manera, en vez de estar la estatua dentro de un edificio, es el templo el que está dentro de la estatua), la entrada resulta tan espectacular como yo la recordaba del año pasado. Quizás ese impacto primero pone demasiado alto el listón de las expectativas para el resto de la visita en el grupo.
Tras comer (nosotros de rodillas y Akira con el chofer en una mesa occidental, viva el intercambio cultural), volvemos a Tokio para ir directos al Oedo Onsen Monogatari. Sin duda, nada que ver con el ofuro del hotel. Explicaciones varias, y dispersión general. Por mi parte (varios me acompañan) un masaje previo, como es ya tradición… ¡Hasta me han llegado a decir que se me ve con otra cara! Realmente lo necesitaba.
Dani vuelve a aparecer, esta vez acompañado de su novia coreana, y el intercambio cultural del día se extiende otro poco para el grupo.
Finalmente el día termina en los centros comerciales y de ocio de Odaiba, viendo la bahía y el puente Rainbow. Antes de volvernos al hotel cenamos por allí desperdigados cada cual un poco a su bola. Parece que los minigrupos se están asentando.
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